La ultima propuesta para vivir mejor Slowdown Es la nueva cultura que gana adeptos en todo el mundo. Se trata de desacelerar y resistir el vértigo de la vida actual. Propone recuperar los ritmos tranquilos y disfrutar de cada momento de la vida: comer, trabajar y hasta hacer negocio.
Digamos que son una suerte de militantes por la desaceleración de la vida moderna. Slow es un movimiento: tiene un manifiesto constitutivo, filosófico y programático y plantea una crítica al modelo de sociedad occidental La vida Fast, para ellos, es el enemigo a combatir. “Como la mayoría de los movimientos para el cambio social, Slow no conforma una organización social. Son individuos y grupos que comparten la misma creencia: podemos vivir mejor si aprendemos a bajar un poco las revoluciones. De a poco, estos activistas están logrando que la palabra slow empiece a ser relacionada con una forma mejor y más balanceada de hacer las cosas”, explica el periodista canadiense Carl Honoré, quien más sabe de estos movimientos.
En su libro El elogio de la lentitud, Honoré explica: “se trata de un profundo cambio de paradigma, casi una revolución cultural. En un mundo donde se enseña eso de que ‘Tiempo es dinero’ y ‘Más es mejor’ es difícil y aceptar que la mejor manera de valorar nuestro tiempo es hacer las cosas despacio y mejor”, dice. Y agrega: “nos pasamos parte de nuestras vidas rindiéndole culto a la rapidez y enfrascados en una carrera sin sentido contra el tiempo. Cuando mirás a tu alrededor y observás el mundo industrial, ves gente que está viviendo de manera desbalanceada. Sufrimos estrés, burn-out (“quemarse” en el trabajo por agotamiento), fatiga crónica y depresión como consecuencia de nuestra vida sobre-estimulada y sobre-agendada. Tratamos de relajarnos y de disfrutar de las cosas, pero estamos tan ocupados y apurados que no tenemos tiempo para conseguirlo. En el camino, perdemos contacto con nuestras familias, nuestros amigos y con la comunidad”. Los cultores del Slow quieren dejar bien en claro que no se trata de detenerse. En palabras de Honoré, “es hacer las cosas en el ritmo correcto. A veces rápido, a veces lentamente. Habla de la calidad por sobre la cantidad. Por sobre todas las cosas, ser lento te permite disfrutar de la vida con placer”.
Así las cosas, el concepto ha desembarcado en áreas diversas: comida, ciudades, sexo, medicina, educación, arquitectura, negocios y relaciones laborales. Todo Slow. Mientras leés a las apuradas estas palabras, millones de personas en todo el mundo están desafiando el culto y la adicción a la velocidad, tratando de impregnar a los demás con un mensaje claro: despacio es mejor.
¿No sería una buena idea impulsar a Funes como primer ciudad Slow Down de nuestra Provincia?
Digamos que son una suerte de militantes por la desaceleración de la vida moderna. Slow es un movimiento: tiene un manifiesto constitutivo, filosófico y programático y plantea una crítica al modelo de sociedad occidental La vida Fast, para ellos, es el enemigo a combatir. “Como la mayoría de los movimientos para el cambio social, Slow no conforma una organización social. Son individuos y grupos que comparten la misma creencia: podemos vivir mejor si aprendemos a bajar un poco las revoluciones. De a poco, estos activistas están logrando que la palabra slow empiece a ser relacionada con una forma mejor y más balanceada de hacer las cosas”, explica el periodista canadiense Carl Honoré, quien más sabe de estos movimientos.
En su libro El elogio de la lentitud, Honoré explica: “se trata de un profundo cambio de paradigma, casi una revolución cultural. En un mundo donde se enseña eso de que ‘Tiempo es dinero’ y ‘Más es mejor’ es difícil y aceptar que la mejor manera de valorar nuestro tiempo es hacer las cosas despacio y mejor”, dice. Y agrega: “nos pasamos parte de nuestras vidas rindiéndole culto a la rapidez y enfrascados en una carrera sin sentido contra el tiempo. Cuando mirás a tu alrededor y observás el mundo industrial, ves gente que está viviendo de manera desbalanceada. Sufrimos estrés, burn-out (“quemarse” en el trabajo por agotamiento), fatiga crónica y depresión como consecuencia de nuestra vida sobre-estimulada y sobre-agendada. Tratamos de relajarnos y de disfrutar de las cosas, pero estamos tan ocupados y apurados que no tenemos tiempo para conseguirlo. En el camino, perdemos contacto con nuestras familias, nuestros amigos y con la comunidad”. Los cultores del Slow quieren dejar bien en claro que no se trata de detenerse. En palabras de Honoré, “es hacer las cosas en el ritmo correcto. A veces rápido, a veces lentamente. Habla de la calidad por sobre la cantidad. Por sobre todas las cosas, ser lento te permite disfrutar de la vida con placer”.
Así las cosas, el concepto ha desembarcado en áreas diversas: comida, ciudades, sexo, medicina, educación, arquitectura, negocios y relaciones laborales. Todo Slow. Mientras leés a las apuradas estas palabras, millones de personas en todo el mundo están desafiando el culto y la adicción a la velocidad, tratando de impregnar a los demás con un mensaje claro: despacio es mejor.
¿No sería una buena idea impulsar a Funes como primer ciudad Slow Down de nuestra Provincia?
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