lunes, 4 de julio de 2011

"Vivimos en un país de analfabetos viales"


Pedro Evdemon, especialista en seguridad vial,
explica causas y responsables de los accidentes.

Por Lizi Domínguez
Diario La Capital

El último accidente en la autopista a Córdoba protagonizado por un moderno automóvil y un carro de cirujeo en un acceso a Rosario revive la polémica en torno a este tipo de incidentes y la seguridad vial, en un debate que pareciera limitarse sólo a la búsqueda de los responsables: el Estado, las concesionarias y tal vez, en menor medida, a los actores puntuales. Todo sin tener en cuenta que “somos un país de analfabetos viales”, según la reflexión del consultor y educador en seguridad vial Pedro Evdemon.

Analizando el trágico siniestro del jueves último, el especialista rosarino consideró que “es emblemático, porque en todo embestimiento de vacunos o equinos, los pasajeros delanteros prácticamente no pueden evitar la muerte. Los 400 o 500 kilos de peso del animal actúan cual rodillo o aplanadora sobre la parte frontal”.

El especialista indicó que sólo una brusca maniobra puede eludir el impacto y quizás salvar de lo peor a los ocupantes. Para los vehículos comunes “el esquive puede derivar en un vuelco y si los ocupantes llevan el cinturón colocado, y el desenlace suele ser algunas chapas rotas. En cambio con los automóviles de alta gama, la maniobra evasiva será más fácil y posible, porque prácticamente la electrónica del auto se acomoda y permite virar. Sin embargo, “sus conductores, cuanto más seguridad electrónica tienen, más se arriesgan, con lo cual siguen perdiendo”, remarcó.

El analista, que actualmente reside en San Nicolás, donde tiene una consultora y una escuela de manejo junto a su hijo, indicó que “en un siniestro de este tipo, hay un victimario que también es víctima, que sería el cartonero, y ello se da por desconocimiento: ¿Se puede pedir al ciruja que conozca la ley de tránsito? ¿Que sepa que los vehículos que vienen a 120 kilómetros por hora o mucho más se aproximan a 30, 35 o 45 metros por segundo y que lo impactarán antes de cruzar?. Entonces, debe ser disuadido de buscar un lugar por donde cruzar”.

Para ello, “las grandes vías de circulación rápida deben estar valladas por varios kilómetros para impedir el ingreso y egreso a la ruta, e igualmente controladas por patrullas de la autoridad. Así no habría cruces no señalizados”. En definitiva, “la seguridad vial exige mayores inversiones que el Estado ahorraría en frecuentes cuotas de siniestralidad”, opinó Evdemon.

En este sentido, el analista acotó sobre las “mal llamadas autopistas” porque a su criterio, para serlo deberían tener un guardarail en toda su extensión, “cosa que cuesta mucha plata y que por ahorrar no la instalan y por lo tanto están cargadas de peligros, como la circulación de carros, animales, personas y motos”.

También las concesionarias tienen lo suyo, ya que “tratan de gastar lo menos posible, retaceando en el servicio”, y por lo tanto “se ajustan estrictamente a las condiciones del contrato y seguramente hay cuestiones políticas que juegan en esta cuestión”.


Alta velocidad

Evdemon hizo especial hincapié en el manejo de las velocidades precautorias, estipuladas legalmente. Y al respecto destacó que la máxima (120 kilómetros por hora) está calculada para condiciones diurnas, con excelente estado de la vía, del conductor y del vehículo. “En caso de que sea de noche y cuando hay lluvia, ¿quién baja la velocidad? ¡Nadie saca el pie del acelerador!”, afirmó.

Entonces, “después de un siniestro, el conductor se excuda diciendo: ‘perdí el control’, con lo cual quiere decir que no estaba preparado para mantener bajo cualquier situación el manejo del vehículo. Se está vendiendo solo”, especuló.

En general, los aprendices “jamás practicaron maniobras veloces evasivas como se hace en países avanzados. Es necesario ir a Buenos Aires y esto es costoso, pero salva la vida”, remarcó.


Conciencia

En este sentido, concluyó que los argentinos “no tenemos cultura, no entendemos que mover el auto a 60 o 70 kilómetros no es lo mismo que a 100, 120 o 140. Todas estas preguntas se las debe formular a sí mismo cada conductor, con una evidente toma de conciencia de los gravísimos riesgos que implica la conducción a alta velocidad”.

Para sintetizar esta conjugación de causas y responsabilidades, el especialista, ganador del premio Volvo “Seguridad en el Tránsito” y del galardón “Luchemos por la Vida 2005”, trajo a colación un dicho muy usado en la seguridad no sólo vial sino en general: “Todo accidente se inició mucho tiempo antes, con actitudes equivocadas” y remató con una frase contundente: “Lamentablemente, somos un país de analfabetos viales”.


Estamos en la edad de piedra en la Argentina

En materia de educación vial y de conducción, “estamos en la edad de piedra en Argentina. El manual que se debe estudiar en Alemania para acceder a la licencia tiene cientos de hojas, mientras que aquí dan ocho hojitas y creen que con eso cubren el conocimiento sobre seguridad vial”, observó Evdemon, y comentó que en Europa lleva 5 o 6 meses un curso para sacar el carnet. En Holanda hay quienes invierten hasta 5 mil euros para aprender, mientras que en España e Italia, la capacitación cuesta unos 1.600 euros.

Por otra parte, destacó que en general los conductores en Argentina se forman “con el papá, el hermano, el tío, el amigo. No fueron a una escuela y tomaron un curso extenso que incluya conducción de alta velocidad que para una persona joven no baja de 30 o 40 horas de práctica, mientras que para una persona mayor demanda más tiempo de formación”.

“Tenemos que educar a un país. Estamos en la edad de piedra de la seguridad vial”, reiteró, aunque rescató la creación de la Agencia de Seguridad a nivel nacional y provincial y cierto avance legislativo. “Estamos en el despertar de una nueva era, pero esto va a llevar años, en un país donde hay 40 millones de habitantes, de los cuales hay 7 u 8 millones de manejantes, no conductores”.

“Mientras no haya un vuelco en la conciencia de la población, lamentablemente esto (por el accidente del jueves) va a seguir sucediendo. La responsabilidad es del Estado y de cada uno, esto lo hacemos entre todos, porque el Estado no puede estar en cada esquina controlando, si no tendría que haber un ejército y lo acusarían de opresión. Tiene que haber en todo un balance razonable, pero es importante que cada uno ponga su granito de arena.

Desde su rol de capacitador, Evdemon dicta charlas y conferencias para distintas entidades y recorre el mundo “viajando y viendo cómo resuelve cada país la seguridad vial, observando el comportamiento de los conductores y también de los peatones”.





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