sábado, 4 de diciembre de 2010

Un policía fue ejecutado en Funes al querer impedir un asalto



Por Ariel Etcheverry
Diario La Capital

Ramón Agustín Flores, un agente del Comando Radioeléctrico de Funes que estaba afectado al patrullaje de la zona comercial de esa ciudad, recibió la llamada de emergencia en su equipo de radio. Un robo calificado se producía en ese momento en un negocio ubicado a pocas cuadras de donde él se encontraba. No dudó un instante y esa actitud le permitió llegar al lugar del hecho en escasos minutos. Los delincuentes, que ya habían dominado a una decena de personas, estaban a punto de retirarse. Pero cuando advirtieron la llegada del policía, ellos tampoco dudaron y lo ejecutaron de un tiro en la cabeza mientras Flores bajaba de su moto y ni siquiera había desenfundado su arma. Poco después, durante un operativo montado en inmediaciones del local, la policía detuvo a un muchacho de 19 años oriundo de Rosario que tenía en su poder un revólver y al que le imputan ser parte del trío delictivo.

Flores tenía 23 años y hacía poco más de un año que integraba el plantel del Comando Radioeléctrico funense. El joven, quien hace poco había contraído matrimonio, vivía en la zona oeste de Rosario y hacía tres años que había ingresado a la fuerza de seguridad. Su muerte causó conmoción no sólo entre sus familiares y compañeros de trabajo. El agente era conocido, respetado y querido por varios comerciantes de la zona de Irigoyen y Houssay, donde ocurrió el hecho. Muchos vecinos solían verlo pasar todos los días en su moto particular, vestido con uniforme, y con muchos había sembrado una amistad. “Trabajaba de lunes a lunes, porque cuando no estaba con el Comando hacía adicionales”, soltó una comerciante de la zona que reconocía en el agente abatido a un amigo.

La alarma

Todo ocurrió poco después del mediodía cuando tres ladrones armados ingresaron al local de venta y colocación de sanitarios Sanimax, ubicado en la esquina de Irigoyen y Houssay, 200 metros al sur de la ruta nacional 9. Ese negocio ya había sido visitado por asaltantes hace exactamente un mes. La versión más firme que circulaba indica que el trío había llegado en un Renault Megane gris que estaba al mando de un cuarto ladrón como chofer. En el momento en que apareció la gavilla, en el comercio había cuatro empleados y un proveedor además de Daniela Piaggio, la propietaria del local. La mujer estaba en su pequeña oficina de la parte trasera del local cuando los gritos de quienes estaban al frente del negocio la hicieron pulsar el botón de pánico del sistema de alarma conectada a la policía.

Según contaron los testigos, uno de los maleantes fue reconocido porque había pasado el jueves por el local para preguntar por un envase de silicona. “Entraron a cara descubierta. Rápidamente nos metieron a todos dentro un baño, nos decían que no gritemos porque nos iba a hacer boleta y nos ataron las manos a la espalda con cintas negras de plástico que trajeron ellos. No nos pegaron y uno de ellos dijo: «Acá no les va pasar nada. Así que vengo a buscar la plata y me voy»”, rememoró Piaggio en la puerta de su comercio, mientras la policía le tomaba declaración a uno de los empleados.

De acuerdo a la joven comerciante, los delincuentes se llevaron billeteras, celulares, el dinero que había en las dos cajas registradoras y una mochila que llenaron con pomos de pegamento sintético. “Habrán pensado que como era principio de mes podría tener el dinero para pagar los sueldos. No sabría precisar cuánto había en las cajas, pero sólo dejaron unas moneditas”, opinó Piaggio.

La mujer recordó que todo sucedió muy rápido y que, mientras ella estaba encerrada con sus empleados, tres o cuatro clientes tuvieron la mala suerte de entrar al negocio cuando el robo estaba en pleno proceso. “A medida que iban entrando, les robaban a ellos también y los metían con nosotros”, agregó.

En moto

Después se produjo el final con sabor a tragedia. “Nos advirtieron que no nos moviéramos porque nos iban a matar y se fueron. Enseguida escuchamos un disparo. Cuando salimos a la calle nos encontramos con el policía tirado en la puerta del local y con la cabeza ensangrentada”, manifestó Piaggio.

En los instantes previos a que una bala disparada a corta distancia apagara su vida, Flores cumplía con el patrullaje de rutina. El muchacho vestía el uniforme reglamentario, tenía colocado el chaleco antibalas y realizaba el recorrido en una moto de su propiedad.

“Lo que pasa es que el Comando de Funes está desbordado y los pocos móviles que tiene están afectados a otras tareas. Ramón usaba su moto para patrullar como una forma de hacerle pata a sus compañeros, para colaborar”, comentó a este diario una fuente policial de Funes en el lugar donde había ocurrido todo.

Al saltar la alarma en la central policial se impartió el alerta de que algo malo ocurría en Sanimax y Flores, que estaba muy cerca de allí, se dirigió hacia el lugar. El policía detuvo su moto sobre el césped de la vereda, se bajó y apenas alcanzó a sacarse el casco cuando le dispararon a la cabeza. Mientras el agente quedaba tirado en el piso en un inmenso charco de sangre, los delincuentes huyeron en diferentes direcciones. El que estaba arriba del auto, según contaron testigos, se fue dejando a sus cómplices a pie.

En forma casi simultánea varias patrullas convergieron en el lugar y montaron una amplia batida en busca de los asaltantes. Flores, en muy mal estado, fue cargado en una ambulancia y conducido al sanatorio Laprida de Rosario, donde llegó con paro cardiorrespiratorio. Los médicos intentaron reanimarlo durante una hora y a las 14.15 diagnosticaron su fallecimiento. El proyectil quedó alojado en el cráneo, lo que indica que podría ser de un calibre chico.

En tanto, efectivos de la comisaría 23 apresaron a tres cuadras de Sanimax a un muchacho de 19 años que tenía en su poder un revólver 32. Por la tarde continuaba la búsqueda del resto de la banda, mientras que el sospechoso detenido iba a ser indagado por el juez Luis María Caterina.

“Esperemos que abra la boca y diga quienes lo acompañaron. A lo mejor no se quiera comer este problema solo porque lo dejaron a pata”, expresó una fuente policial.


Un mes antes

El 5 de noviembre los empleados y la dueña de Sanimax, en la ciudad de Funes, vivieron una experiencia similar a la de ayer, sólo que en aquella oportunidad no se produjo un saldo trágico. Aquel día, tres hombres armados irrumpieron en el negocio y a punta de pistola se llevaron dinero, celulares y la camioneta de un cliente.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

que tristeza me da esta noticia.en que se ha convertido Funes??si matan asi a un policia ,que queda para el resto de los vecinos?...que dia triste para la ciudad...

Gabriel dijo...

No se va a hacer ninguna marcha.... esto pasará como si nada????

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