Te invitamos a que observes un mecanismo mental:
¿qué te sucede ante los puntos suspensivos de esta frase: "Ojo por ojo ..." ?
Lo más probable es que, apelando al archivo de tu memoria, la hayas completado con la antigua frase bíblica. Ese mecanismo cognitivo-cerebral se llama "tendencia al completamiento": necesitamos CERRAR una estructura que percibimos como inacabada, y por lo general la mente lo hace apelando a lo que SUPONE que falta (tal como necesitamos cerrar un círculo que halláramos inconcluso en una pizarra).
Sin embargo, en esta ocasión, por ejemplo, lo que queríamos compartirte NO era la frase bíblica, sino un pensamiento de Gandhi que previene sobre la venganza, y que dice:
"Ojo por ojo... y el mundo va quedando ciego".
Bien: a la hora de relacionarnos con otra persona, este mecanismo puede ser fatal. Veamos por qué...
Cuando conocemos alguien, este automatismo se dispara desde nuestra parte más animal: el instinto de supervivencia. Velozmente evalúa si esa persona es peligrosa o no (lo cual psicológicamente se traduce como "me gusta o no", "me cae bien o mal"): el cerebro emocional toma una cantidad de datos que percibe del otro, y completa el resto buscando en su memoria información que le parezca que "encaje" en lo faltante (gente que nos dañó o nos amó, preconceptos sociales, etiquetamientos varios...).
Así, hay un porcentaje del otro que percibimos objetivamente, pero otro muy grande que rellenamos con proyecciones inconscientes. El resultado se llama PRE-JUICIO. Y pronto el "PRE" queda por el camino, aconteciendo un JUICIO, liso y llano, hacia quien no conocemos en profundidad.
O sea: terminamos vinculándonos, en vez de con personas reales, con construcciones mentales que hemos archivado cual si fueran "objetivas", y a partir de las que seguimos luego interpretando la conducta y la identidad del otro por tiempo indefinido... (Cuando esto sucede hacia nosotros nos duele y nos indigna, verdad?)
Si nos permitiésemos en cambio EXPLORAR QUIÉN ES EL OTRO, la vida comienza a ser mucho más que una proyección de nuestras diapositivas internas en un cuarto oscuro: podemos ver con mayor sensatez a quién elegir para nuestro entorno y a quién no, qué más hay en una persona que hayamos pre-juzgado como innoble / mala / maravillosa / indigna...
El primer paso es AUTO-OBSERVARSE para captar el momento exacto en que estamos completando con proyecciones lo que desconocemos del otro (así se trate de alguien con quien nos relacionamos desde hace años). Y en ese instante, practicar un antiguo ejercicio de Oriente traducible como "SUSPENDER EL JUICIO".
Ese "mantener en suspenso" nos dará tiempo para VER en vez de PROYECTAR.
A modo de cierre, unas palabras de quien fundó el Aikido, el maestro japonés Morihei Ueshiba (1883-1969):
"Contempla las obras de este mundo, escucha las palabras del sabio y toma todo lo bueno como propio. Con esto como base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la verdad que está justo ante ti. Tan pronto como te ocupas del 'bien' y el 'mal' de tus semejantes creas una abertura en tu corazón por la que entra la malicia. Examinar, competir y criticar a otros te debilita y te derrota. No encares este mundo con temor y rechazo. Afronta con valor todo lo que los dioses te ofrecen. El hierro está lleno de impurezas que lo debilitan; la forja lo transforma en acero y hace de él una espada filosa. Los seres humanos se desarrollan del mismo modo."
¿qué te sucede ante los puntos suspensivos de esta frase: "Ojo por ojo ..." ?
Lo más probable es que, apelando al archivo de tu memoria, la hayas completado con la antigua frase bíblica. Ese mecanismo cognitivo-cerebral se llama "tendencia al completamiento": necesitamos CERRAR una estructura que percibimos como inacabada, y por lo general la mente lo hace apelando a lo que SUPONE que falta (tal como necesitamos cerrar un círculo que halláramos inconcluso en una pizarra).
Sin embargo, en esta ocasión, por ejemplo, lo que queríamos compartirte NO era la frase bíblica, sino un pensamiento de Gandhi que previene sobre la venganza, y que dice:
"Ojo por ojo... y el mundo va quedando ciego".
Bien: a la hora de relacionarnos con otra persona, este mecanismo puede ser fatal. Veamos por qué...
Cuando conocemos alguien, este automatismo se dispara desde nuestra parte más animal: el instinto de supervivencia. Velozmente evalúa si esa persona es peligrosa o no (lo cual psicológicamente se traduce como "me gusta o no", "me cae bien o mal"): el cerebro emocional toma una cantidad de datos que percibe del otro, y completa el resto buscando en su memoria información que le parezca que "encaje" en lo faltante (gente que nos dañó o nos amó, preconceptos sociales, etiquetamientos varios...).
Así, hay un porcentaje del otro que percibimos objetivamente, pero otro muy grande que rellenamos con proyecciones inconscientes. El resultado se llama PRE-JUICIO. Y pronto el "PRE" queda por el camino, aconteciendo un JUICIO, liso y llano, hacia quien no conocemos en profundidad.
O sea: terminamos vinculándonos, en vez de con personas reales, con construcciones mentales que hemos archivado cual si fueran "objetivas", y a partir de las que seguimos luego interpretando la conducta y la identidad del otro por tiempo indefinido... (Cuando esto sucede hacia nosotros nos duele y nos indigna, verdad?)
Si nos permitiésemos en cambio EXPLORAR QUIÉN ES EL OTRO, la vida comienza a ser mucho más que una proyección de nuestras diapositivas internas en un cuarto oscuro: podemos ver con mayor sensatez a quién elegir para nuestro entorno y a quién no, qué más hay en una persona que hayamos pre-juzgado como innoble / mala / maravillosa / indigna...
El primer paso es AUTO-OBSERVARSE para captar el momento exacto en que estamos completando con proyecciones lo que desconocemos del otro (así se trate de alguien con quien nos relacionamos desde hace años). Y en ese instante, practicar un antiguo ejercicio de Oriente traducible como "SUSPENDER EL JUICIO".
Ese "mantener en suspenso" nos dará tiempo para VER en vez de PROYECTAR.
A modo de cierre, unas palabras de quien fundó el Aikido, el maestro japonés Morihei Ueshiba (1883-1969):
"Contempla las obras de este mundo, escucha las palabras del sabio y toma todo lo bueno como propio. Con esto como base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la verdad que está justo ante ti. Tan pronto como te ocupas del 'bien' y el 'mal' de tus semejantes creas una abertura en tu corazón por la que entra la malicia. Examinar, competir y criticar a otros te debilita y te derrota. No encares este mundo con temor y rechazo. Afronta con valor todo lo que los dioses te ofrecen. El hierro está lleno de impurezas que lo debilitan; la forja lo transforma en acero y hace de él una espada filosa. Los seres humanos se desarrollan del mismo modo."
Virginia Gawel & Eduardo Sosa
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