Carta de Lectores publicada en Diario La Capital de Rosario
Cumplo con todos los requisitos: respiro y tengo boca para que me la llenen, eso sí, no tengo puntero político, ni tiempo para estar esperando que la vida o el funcionario de turno me llene la barriga, ni mucho menos para estar tirada en una plaza; la misma plaza en la que el año pasado el intendente gastó de nuestro dinero para repararla después de ser literalmente arrasada.
Si Buenos Aires es la ciudad de la furia, Rosario es la ciudad de la cumbia. Vivimos sitiados por la inseguridad, la indigencia, lo chabacano, la falta de respeto por las instituciones y por lo único que el gobierno se preocupa es por munirse de rastrillos para justificar la absurda suma de $500 mensuales por 4 horas de trabajo (que dicho sea de paso bien sabemos que esa estrategia no funcionó cuando implementaron los planes Trabajar y menos va a funcionar ahora) a cada una de esas personas que se quejan y reclaman por el simple hecho de existir.
Al igual que yo, en la ciudad hay miles de estudiantes que trabajamos prácticamente gratis para poder adquirir un poco de experiencia, y quiero aclarar que porque estudiemos en una facultad no significa que seamos parte de la realeza, ni mucho menos. Soy descendiente de inmigrantes, como la mayoría de los argentinos; mis abuelos llegaron con una mano atrás y otra adelante, porque donde estaban se los comían los piojos. Siempre buscaron abrirse desde su situación de pobreza un mejor camino, criaron personas de bien y trabajadoras.
Señor intendente, le pido que valore la cultura, la educación, el esfuerzo de los estudiantes, de todos aquellos que día tras día pagamos boleto de colectivo, hacemos pasantías ad honórem, trabajos en negro o trabajamos de verdad más de 4 horas por día y no nos pagan $500; valore a aquellos que lo votaron.
No está mal ganarse el pan con el esfuerzo del estudio o el sudor de la frente, distribuya cañas y no pescados listos para la parrilla, fomente la educación para, de una buena vez, erradicar el rancho.
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