Edith Cámpora / antropóloga UNR
Observar algunos comportamientos puede servirnos de disparador para analizar algunos usos (y abusos) de los espacios comunes y públicos. Ciertas conductas urbanas implican algo más que desconocer normas de convivencia, nos hablan de desinterés en lo colectivo, y hasta en algunos casos de individualismo extremo, de egoísmo autista.
Una sociedad se construye en relación a prácticas sociales, éstas no nacen en el vacío o en las conciencias individuales de los sujetos, sino en luchas sociales que imponen sentidos sociales.
Quizás no hemos quedado inmunes al neoliberalismo que asoló nuestro Estado político en los noventa. Las políticas de estado implementadas en esa década fueron de exterminio de lo estatal, por ende de lo colectivo. Fuimos convencidos de la ineptitud del estado en pos de la libre empresa.
Somos producto de esas épocas, nos cuesta desaprender lógicas de negación del otro, de desaprensión. No nos importa más que lo propio, desentendiendo lo que consideramos ajeno, priorizamos nuestras necesidades sin considerar las de todos.
Entender que manejar un auto hablando por celular es algo más que contravenir una norma o pasar un semáforo en rojo nos costará más que la multa, sería concebir que la sociedad merece gestos cotidianos de convivencia.
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