Daniel Arcucci
darcucci@lanacion.com.ar
http://www.canchallena.com/1186542-el-enemigo-esta-el-equipo-esta-por-verse
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MONTEVIDEO.- Era un riesgo, tan previsible y tal vez tan grande como la mismísima temida eliminación del Mundial, esa que se había transformado en una pesadilla recurrente para el futbolero argentino medio.
Era un riesgo, cómo no, que un triunfo -ya ni siquiera un "milagro en el Centenario" como aquel "milagro en el Monumental"- barriera bajo la alfombra del triunfalismo por la clasificación -final y afortunadamente conseguida-, todos los corregibles errores que se habían ido amontonando en los últimos tiempos, en la espera de replanteos.
Y lo que era un riesgo latente se convirtió en una realidad preocupante: no hubo, no hay, no habrá autocrítica. Más bien, o más mal, todo lo contrario: hubo, y habrá, un brutal ataque a un enemigo, en este caso el periodismo que criticó.
El tremendo abrazo entre Diego Armando Maradona y Carlos Salvador Bilardo, con las lágrimas saltándoles de los ojos y la rabia estallándole en las bocas, al pie de la tribuna Colombes donde el grupo de argentinos festejaba el triunfo sobre Uruguay y la clasificación, fue tal vez el primer indicio del camino encontrado. O reencontrado..
"¿De qué distanciamiento hablan, ustedes?", "¿Qué diferencias sugieren, ahora?", "¿Qué pelea se inventaron?", "¿Qué cambios suponen?"
Maradona y Bilardo están allí, en el corazón del Centenario, tras la clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010, en esa foto que recorrerá el mundo digitalizada y en colores, como hace 25 años estuvieron, en papel y blanco y negro: un abrazo igual -"igual, igual", repetiría el Doctor en su particular lenguaje- coronó otra sufrida clasificación, entonces en el Monumental y para el Mundial de México 86, "que todos saben cómo terminó".
¿Delirio místico? ¿Realismo mágico? ¿Y a ellos qué les importa cómo se lo califique?
Les importa que se encontró un enemigo, un combustible nada espiritual, pero siempre necesario en las gestas maradonianas. Al fin y al cabo, hace casi exactamente un año, el día de la presentación, Bilardo mismo lo había pedido: "Esto está demasiado flu , nos tienen que pegar más duro, nos tienen que criticar. Si no, no sirve?".
Les importa, y claro que es importante, que se haya logrado la clasificación. Eso esta hecho, pero es una pena que tape todo lo que queda por hacer.
Aquella historia de hace un cuarto de siglo, es cierto, terminó con una bandera en el Azteca: "Perdón, Bilardo, gracias". Había un plan y un equipo, no sólo un enemigo.
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