Juan Pablo Varsky
Para LA NACION
jpvarsky@lanacion.com.ar
El viaje comienza en octubre de 1930. Getúlio Vargas llega a Río de Janeiro para asumir la presidencia de Brasil. Su asunción vía golpe de Estado le puso punto final a la era del café con leche. Así era definida la alternancia en el poder entre los políticos de los estados de San Pablo (principal productor de café) y Minas Gerais (mayor productor de leche). La alianza se rompió cuando el presidente Washington Luis designó como candidato a sucederlo al gobernador paulista Julio Prestes y no al gaúcho Antonio Carlos da Andrada. El descontento político y militar por esta decisión desembocó en la creación de un frente electoral contra Prestes. Sin embargo, éste ganó las elecciones, en marzo de 1930. En julio, João Pessoa, el candidato a vice de Getúlio por la Alianza Liberal, fue asesinado. El crimen detonó una movilización armada desde Rio Grande do Sul y, con el apoyo de los generales, Vargas depuso a Washington Luís. Su ciclo fue revolucionario.
Tuvo dos etapas: 1930-1945 y 1950-1954. Reformó la Constitución, armó una gigantesca estructura burocrática, nacionalizó los recursos naturales, estableció la enseñanza pública, religiosa, obligatoria y gratuita. Gravó el impuesto a la renta. Intervino profundamente en la economía. Provocó un fuerte impulso en la industrialización del país. Editó el Código Penal y el Procesal, aún vigentes. Promovió la creación de la llamada burguesía paulista. Creó las leyes laborales que fijaron descanso semanal, jornada de ocho horas y reglamentación del trabajo de menores y de la mujer, a la que le dio el derecho de votar. Lo acusaron de populista. Lo denunciaron por censurar al periodismo. Cuando no le dieron los votos, conservó su cargo gracias a las botas. En su segundo mandato, fue fundada la empresa Petrobras, hoy omnipresente en la economía regional.
En medio de una crisis política y demolido por las críticas, se suicidó de un tiro en el pecho el 24 de agosto de 1954 con el siguiente mensaje: "Este pueblo no será más esclavo de nadie. Serenamente doy el primer paso al camino de la eternidad". Getúlio Vargas también promovió el desarrollo del deporte en el país. En la década del treinta, estaba dividido por la permanente rivalidad entre los dirigentes cariocas y paulistas. El Mundial de Uruguay tuvo un solo futbolista paulista en la selección: Araken Patuska, de Santos. Brasil perdió 2 a 1 con Yugoslavia y en San Pablo se festejó la derrota. En 1933, se creó el torneo interestadual para fomentar la integración entre los enemigos íntimos. Alzira Vargas, la hija de Getulio, se convirtió en la madrina del scratch. En el Mundial de 1938, el país produjo la primera transmisión futbolística de radio para América latina: Brasil 6-Polonia 5. La presencia de negros en el equipo nacional fue presentada como símbolo de la democracia racial.
En 1937 comenzó la historia institucional del deporte en Brasil con la creación de la División de Educación Física. El área deportiva dependió del Ministerio de Educación hasta que en 1990 Fernando Collor de Melo decidió ponerla bajo el ala de la presidencia. Pero el cambio más importante se produjo en 1995. Fernando Henrique Cardoso creó el Ministerio de Estado Extraordinario do Esporte. Pelé fue el primero en desempeñar este cargo.
Luego de algunas modificaciones como la inclusión de Turismo, en enero de 2003 Lula da Silva restituyó el exclusivo ministerio deportivo. El organigrama incluye una Subsecretaría de Planeamiento, una Secretaría de Deporte Educacional, el Consejo Nacional del Deporte (creado por Getúlio en 1941) y una Secretaría Nacional de Alto Rendimiento. El actual funcionario a cargo se llama Orlando Silva de Jesús Junior. Lo ejerce desde marzo de 2006. Tiene 38 años.
En diciembre de 2006, el Congreso brasileño votó la ley del incentivo al deporte, un instrumento imprescindible para ampliar el financiamiento de las actividades y de la estructura administrativa. Los patrocinios para proyectos deportivos y paradeportivos pueden ser descontados del impuesto a la renta. Las personas físicas pueden deducir hasta el 6% y las jurídicas hasta el 1%.
En 2008 fueron aprobados 192 proyectos por un total de 276 millones de reales. La promoción y el desarrollo del Deporte como política de Estado explotaron en medallas durante los Panamericanos de Río 2007 (54 doradas, 40 plateadas y 67 de bronce). La impecable realización de estos Juegos activó y potenció la candidatura para organizar los Olímpicos de 2016. El sueño de Lula, el otro personaje importante de este viaje. Su historia pública es conocida: dirigente sindical, defensor de los trabajadores, fundador del PT. Como presidente del sindicato de los metalúrgicos, en 1980 desafió al gobierno militar con una huelga de 41 días. Nacido el 27 de octubre de 1945 en un pueblito del paupérrimo interior de Pernambuco, llegó a la presidencia de Brasil otro 27 de octubre, el de 2002.
Tras perder en tres elecciones anteriores (1989 contra Collor de Melo y 1994-1998 contra Fernando Henrique Cardoso), este hijo de dos labradores analfabetos, un tornero mecánico que sólo pudo estudiar hasta quinto grado por la necesidad de trabajar, dijo en su discurso de asunción: "Y yo, que durante tantas veces fui acusado de no tener un título universitario, consigo mi primer diploma con el título de presidente de la república de mi país".
En enero de 2003, un quebrado Brasil corría riesgo de un estallido similar al de la Argentina en 2001. El aprendizaje político, producto de aquellas tres derrotas electorales, lo llevó a una construcción moderada sin refundación y respetando algunos puntos de la gestión de Cardoso. Política de Estado, que le dicen.
Brasil ocupa el 47% de la superficie de América del Sur, tiene la mitad de su población y el décimo PBI del mundo. Está construyendo un satélite artificial y tiene la reserva de agua dulce más importante del planeta. Su Banco Nacional de Desarrollo Económico (Bndes) ha financiado proyectos por más de cinco mil millones de dólares. El gobierno de Lula comandó la misión de paz en Haití. Hoy la embajada brasileña en Tegucigalpa asila a Manuel Zelaya, el presidente hondureño elegido por el pueblo y destituido en un golpe de Estado.
Su liderazgo en la región es completo e indiscutible. Se ha acentuado en los últimos diez años. Por supuesto que no es un paraíso y tiene asignaturas pendientes. Tanto o más que la pobreza, su principal problema interno es la desigualdad. En su imprescindible libro La nueva izquierda, el periodista José Natanson traza el contraste: hay 160.000 brasileños con una fortuna superior al millón de dólares y 40.000.000 que pasan hambre todos los días. Semejante desequilibrio genera violencia y delincuencia. Sao Paulo tiene récord de secuestros. Tampoco faltan los escándalos de corrupción. El propio Lula quedó salpicado en 2005 y debió sacrificar a varios de sus ministros. En esos días de tensión, no dudó en compararse con Getúlio Vargas por los ataques recibidos desde la prensa.
Pero hoy, con casi 80% de popularidad, disfruta del sueño cumplido. El viernes en Copenhague, el COI lo eligió a él. Ni a Obama ni a Rodríguez Zapatero. A él. Daba placer verlo abrazarse con Guga Kuerten, César Cielo (el nadador brasileño más importante de la historia, actual campeón olímpico y mundial) y, por supuesto, con Pelé. Era hora de corregir ese desequilibrio histórico y por fin los Olímpicos vendrán a América del Sur. ¿Por qué Brasil? El suceso se explica desde el proceso. El futuro se entiende desde la historia. Los Juegos llegan a Río de Janeiro. En agosto de 2016, termina el viaje.
Video Institucional de Rio 2006 "Cidade Maravilhosa"
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