Por Santiago Baraldi
El Diario de Funes
Osvaldo Laino es una caricatura. Parece dibujado por el mismo. Su vida ha sido un trazo jalonado con capacidad y perseverancia. Maestro de maestros, su historia podría ser narrada en cuadritos y cada viñeta una anécdota en los lugares del mundo donde cosecho amistades. Se codeo con lo mejor del humor grafico de su generación y las siguientes. "Soy un niño de 80; la edad esta en el espíritu", se define sonriente. De regreso hace dos, vive en el corazón del barrio Cadaqués, en el Complejo Funes Hills. Casi como en su añorada Tampa, donde residió 30 años, esta rodeado de verde, palmeras y bandurrias. Parte de su prolifera obra se expone en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia hasta el 13 de este mes. Allí sus colegas no tienen mas que elogios a su trayectoria y bonomia.
¿Como comienza su romance con el dibujo?
Desde los 5 años estoy con el lápiz. Mi vida es un círculo: me fui del país con 22 años y volví pisando los 80. Salí de aquí cuando termine la secundaria y me dieron un trabajo en el Instituto Aerotécnico, la fabrica de aviones en Córdoba. Detrás de eso siempre estuvo el deseo de dibujar. Seguí estudiando, pero me volqué al dibujo comercial y publicitario. En un programa de radio Splendid con Juan Carlos Mesa, hacíamos dibujos en radio con publico y luego lo hicimos con Pipo Mancera. Mas tarde hicimos un programa en Canal 7 que se llamo "Dibujemos con ... ", donde participaron figuras como Divito, Ferrero, Landrú, Palacio, Sabat, Sagrera. Paralelamente viajaba por el país con la revista Dibujantes, y en Montevideo se realiza la primer Convención de Publicidad. Allí estaban todo los capos y me contrataron para trabajar en Venezuela. Recuerdo que me preguntaron por que me iba y dije que lo hacia para aprender y, al regreso, poder enseñar.
¿Como fue su experiencia en Estados Unidos e intercalar el trabajo publicitario con el humor grafico?
Me fui ayudado por un americano que tenia agencia de publicidad. Me instalo en New York y me encuentro con Vic Martin. Allí trabaje quince anos en distintas publicaciones. Luego, con mi mujer Celeste, nos pusimos en Tampa, Florida, una agencia de publicidad que la tuvimos hasta el dia que regresamos. Ahí deje un poco de lado el humor grafico. Allí fui elegido hispano del año y fui presidente de la Asociación Argentina desde que la fundé hasta que me vine. Era una manera de mantener nuestras raíces, fomentábamos las fechas patrias. Ahora el desarrollo de las comunidades hispanas es muy grande.
¿Cuales son sus proyectos actualmente?
Me gusta la comunidad de Funes, quiero participar, seguir dibujando y enseñando. Las generaciones que me siguen se están enterando que estoy nuevamente y me mandan mails o han venido a la muestra de Rosario. Están curiosos y quieren que vuelva a reeditar la revista Dibujantes. Estoy en conversaciones, pero no voy hacerlo si no hay una organización, un apoyo. Sacar un número es fácil, mantenerlo no.
En nuestro país, por los vaivenes económicos, es complicado mantener una revista de historietas. ¿Como es en Estados Unidos?
Hay gran variedad, mucha competencia, de muy buena calidad de impresión. Los días miércoles, por ejemplo, el director de arte espera los trabajos y allí es cuando surgen los nuevos valores. Dejan sus carpetas y se hace una selección que después se publica y salen los contratos. Hay muchos dibujantes argentinos y muy buenos en Europa. Sobretodo en animación. Tuve la suerte de haber trabajado con una de las primeras cámaras digitales para hacer animación
Después de tantos años, ¿que lo hace reir?
Soy muy observador de la gente, es lo que me inspira, su manera de hablar, de caminar, el ser humano es mi biblioteca. Una vez que observo al personaje es cuando comienzo a rascar que hay debajo. Después esta la idiosincrasia de cada pueblo, pero hay temas comunes en todos lados. El humor es una cosa seria. El chiste es producto de la realidad. Cuando uno capta un dibujo o caricatura, este puede decir mas que mil palabras. La gente, en cualquier lugar del mundo, es perspicaz. En cualquier idioma hay temas que se captan a no ser que sea algo muy local.
¿Como fue el paso del tablero a la computadora?
Como en cualquier trabajo u oficio hay que aggionarse. Hubo oficios en el medio que desaparecieron, como el linotipista o tipógrafo. Muchos jóvenes dibujan con la computadora, pero siempre el trazo de la mano será irremplazable. Siempre vuelvo a dibujar, como los escritores que hacen sus borradores a mano.
¿Como encontró el país después de 50 años?
Durante mucho tiempo no teníamos noticias del país, hasta la llegada de Internet. Pero estuve en Venezuela cuando hubo revoluciones, lo mismo en Republica Dominicana. Los últimos diez años tuve mas noticias y a Rosario la vi distinta, pero la gente sigue siendo amable. Lo mismo Funes, un lugar ideal para poder seguir trabajando, y colaborar.
¿Como comienza su romance con el dibujo?
Desde los 5 años estoy con el lápiz. Mi vida es un círculo: me fui del país con 22 años y volví pisando los 80. Salí de aquí cuando termine la secundaria y me dieron un trabajo en el Instituto Aerotécnico, la fabrica de aviones en Córdoba. Detrás de eso siempre estuvo el deseo de dibujar. Seguí estudiando, pero me volqué al dibujo comercial y publicitario. En un programa de radio Splendid con Juan Carlos Mesa, hacíamos dibujos en radio con publico y luego lo hicimos con Pipo Mancera. Mas tarde hicimos un programa en Canal 7 que se llamo "Dibujemos con ... ", donde participaron figuras como Divito, Ferrero, Landrú, Palacio, Sabat, Sagrera. Paralelamente viajaba por el país con la revista Dibujantes, y en Montevideo se realiza la primer Convención de Publicidad. Allí estaban todo los capos y me contrataron para trabajar en Venezuela. Recuerdo que me preguntaron por que me iba y dije que lo hacia para aprender y, al regreso, poder enseñar.
¿Como fue su experiencia en Estados Unidos e intercalar el trabajo publicitario con el humor grafico?
Me fui ayudado por un americano que tenia agencia de publicidad. Me instalo en New York y me encuentro con Vic Martin. Allí trabaje quince anos en distintas publicaciones. Luego, con mi mujer Celeste, nos pusimos en Tampa, Florida, una agencia de publicidad que la tuvimos hasta el dia que regresamos. Ahí deje un poco de lado el humor grafico. Allí fui elegido hispano del año y fui presidente de la Asociación Argentina desde que la fundé hasta que me vine. Era una manera de mantener nuestras raíces, fomentábamos las fechas patrias. Ahora el desarrollo de las comunidades hispanas es muy grande.
¿Cuales son sus proyectos actualmente?
Me gusta la comunidad de Funes, quiero participar, seguir dibujando y enseñando. Las generaciones que me siguen se están enterando que estoy nuevamente y me mandan mails o han venido a la muestra de Rosario. Están curiosos y quieren que vuelva a reeditar la revista Dibujantes. Estoy en conversaciones, pero no voy hacerlo si no hay una organización, un apoyo. Sacar un número es fácil, mantenerlo no.
En nuestro país, por los vaivenes económicos, es complicado mantener una revista de historietas. ¿Como es en Estados Unidos?
Hay gran variedad, mucha competencia, de muy buena calidad de impresión. Los días miércoles, por ejemplo, el director de arte espera los trabajos y allí es cuando surgen los nuevos valores. Dejan sus carpetas y se hace una selección que después se publica y salen los contratos. Hay muchos dibujantes argentinos y muy buenos en Europa. Sobretodo en animación. Tuve la suerte de haber trabajado con una de las primeras cámaras digitales para hacer animación
Después de tantos años, ¿que lo hace reir?
Soy muy observador de la gente, es lo que me inspira, su manera de hablar, de caminar, el ser humano es mi biblioteca. Una vez que observo al personaje es cuando comienzo a rascar que hay debajo. Después esta la idiosincrasia de cada pueblo, pero hay temas comunes en todos lados. El humor es una cosa seria. El chiste es producto de la realidad. Cuando uno capta un dibujo o caricatura, este puede decir mas que mil palabras. La gente, en cualquier lugar del mundo, es perspicaz. En cualquier idioma hay temas que se captan a no ser que sea algo muy local.
¿Como fue el paso del tablero a la computadora?
Como en cualquier trabajo u oficio hay que aggionarse. Hubo oficios en el medio que desaparecieron, como el linotipista o tipógrafo. Muchos jóvenes dibujan con la computadora, pero siempre el trazo de la mano será irremplazable. Siempre vuelvo a dibujar, como los escritores que hacen sus borradores a mano.
¿Como encontró el país después de 50 años?
Durante mucho tiempo no teníamos noticias del país, hasta la llegada de Internet. Pero estuve en Venezuela cuando hubo revoluciones, lo mismo en Republica Dominicana. Los últimos diez años tuve mas noticias y a Rosario la vi distinta, pero la gente sigue siendo amable. Lo mismo Funes, un lugar ideal para poder seguir trabajando, y colaborar.
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