sábado, 19 de abril de 2008

Robo y brutal ejecución mafiosa de un ex convicto narco en Roldán

Por Ariel Etcheverry / La Capital

Las manos atadas a la espalda, la boca contra el piso y un balazo en la nuca efectuado a corta distancia. Así ejecutaron ayer a la mañana en su casa de Roldán a un hombre de 38 años, quien purgó en el pasado varias condenas por narcotráfico en cárceles de la provincia de Buenos Aires. Antes de asesinarlo, los tres sicarios que cometieron el hecho se encargaron de poner patas arriba la vivienda hasta que se apoderaron de unos 120 mil pesos.

Los investigadores policiales no contaban ayer con pistas firmes para dar con los autores del crimen a sangre fría de Walter José Lopresti, a quien apodaban Oveja. Pero de algo estaban seguros: no se trató de un simple robo. "Esto tiene el aspecto de un ajuste de cuentas motivado por cuestiones relacionadas a su actividad", consideró una fuente de la Unidad Regional XVII ligada a la investigación del hecho.

Pasado que condena. La referencia del funcionario policial tiene que ver con el pasado de Lopresti, quien estuvo preso y llegó a estar condenado por narcotráfico y que al parecer no tenía una actividad laboral en blanco declarada. "Para nosotros fue un intento de robo. Mejor dicho, lo mataron para robarle", manifestó ayer a la tarde a este diario una hermana de la víctima en la casa donde ocurrió el crimen. Tras ese comentario prefirió no hablar del hecho.

Todo sucedió poco después de las 8.30, en Buenos Aires 168, barrio Los Olmos, zona oeste de Roldán. A esa hora Lopresti, su esposa, Mónica Gorosito y dos de sus seis hijos, terminaban de desayunar. Fuentes policiales indicaron que la pareja tenía intenciones de viajar a Rosario para realizar unos trámites. En eso estaban cuando Oveja, luego de darle los últimos sorbos al mate, se levantó de la silla y se dirigió hacia un quincho ubicado en la parte trasera del predio que ocupa su casa, donde guardaba una camioneta Ford Ranger 4 por 4.

La vivienda de Oveja es una construcción discreta y prolija que tiene su frente cubierto por un tapial de poco más de dos metros de altura. Esa pared, que tiene incrustadas dos ruedas de carretas que permiten ver algo de la casa, se extiende incluso hasta un portón de lo que aparenta ser un garaje. Es decir, toda la fachada está tapada por un muro de ladrillos vistos.

El ingreso. Los investigadores no sabían ayer a ciencia cierta si los atacantes treparon el paredón o ya estaban dentro del predio desde antes. La versión oficial indica que Lopresti fue sorprendido por tres hombres jóvenes que actuaron a cara descubierta. Lo interceptaron cuando la víctima se dirigía hacia su vehículo. De inmediato, le ataron las manos a espalda y lo llevaron de vuelta hacia el interior de la vivienda.

Allí adentro aún desayunaban Mónica y dos de sus hijos, una chica de 15 años y un nene de 8. Los otros menores aún dormían en sus habitaciones. "Los ataron a todos y los encerraron en una de las piezas. De acuerdo a lo que contó la mujer, el trío revolvió toda la casa hasta que se apoderó de unos 120 mil pesos", comentó uno de los pesquisas. El dinero al parecer provenía de la venta de un taxi.

Después sobrevino el momento más dramático y que deja al descubierto que los hampones tenían otras intenciones más allá del robo. Mónica y los chicos quedaron encerrados y Oveja fue conducido, aún maniatado, al mismo quincho donde había sido capturado por los intrusos. Allí lo acostaron en el piso y le descerrajaron un balazo en la nuca. Después, los tres escaparon con el dinero.

Venganza narco. El cuerpo fue trasladado al Instituto Médico Legal de Rosario para someterlo a una autopsia y recuperar el proyectil y establecer de qué arma salió. Mientras tanto, los policías de San Lorenzo trabajaban sobre la hipótesis de una venganza o ajuste de cuentas con el tema de la droga como telón de fondos. Es que Lopresti cumplió sentencias por infracción a la ley de drogas y estuvo preso en penales como Ezeiza, Batán y Olmos.

En una de las últimas causas, según fuentes de la pesquisa, cayó detenido junto a Mónica. La mujer ayer no quiso hablar de lo ocurrido. "No puedo decirte nada", fue la lacónica respuesta cuando este diario la encontró en la seccional 6ª de Roldán y le preguntó por lo sucedido.

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